Durante los dos primeros años de guerra mundial, pasar a España fue relativamente fácil, a pesar de que, en un momento determinado, se acordó devolver a los detenidos a su país de procedencia. La situación cambió de forma radical en noviembre de 1942, cuando los alemanes ocuparon la Francia libre y se establecieron a lo largo de toda la frontera con España. Inmediatamente se ordenó el despliegue de aduaneros y militares a fin de impermeabilizar los pasos fronterizos.
En noviembre de 1942 los alemanes se establecieron en los departamentos de frontera para vigilar los pasos de montaña. El paso de un país a otro era sumamente peligroso: por este motivo preparaban hasta el último detalle de cada expedición y abandonaban algunos itinerarios para pasar por otros menos vigilados. A pesar de todas las precauciones, no se pudieron evitar trágicos incidentes.
La política del régimen de Franco hacia los extranjeros que entraban en territorio español se caracteriza por la improvisación y varía con los años en función tanto de la propia evolución de la guerra mundial como el origen de Ios evadidos. El comportamiento de España tendrá mucho que ver con el desenlace de la guerra, desde la ventaja alemana hasta la decantación hacia el bando aliado, lo que hará cambiar sus preferencias por los alemanes hacia una posición más favorable a los Aliados.
Hay que hablar de una tolerancia inicial con la permisividad del paso por territorio español de los refugiados que llevaban la documentación en regla, un endurecimiento posterior de la Vigilancia provocó la repatriación a Francia de Ios detenidos y, finalmente, el internamiento en prisiones y campos de concentración. Durante esta última etapa se fue flexibilizando la postura española en pro de los Aliados, que se concretó en una mayor disposición para facilitar su progresiva salida de España.
Aunque la posición de no beligerancia y de equidistancia entre los dos bandos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial, España mantuvo, inicialmente, una gran complicidad con el régimen nazi. En consecuencia, la embajada alemana ejerció una notable influencia en todo lo que hace referencia a la vigilancia de la frontera y la detención de los refugiados que la traspasaban desde Francia. La presencia de la Gestapo en España y sus estrechas relaciones con la policía española favorecía este intervencionismo alemán.