La acogida en España variaba según la provincia y los centros de internamiento de que disponían. En las provincias de Lleida y Huesca, primeramente se llevaba a los evadidos al pueblo donde había cuartel la Guardia Civil, después iban a la prisión del partido judicial y de allí a la prisión provincial. En cambio, en Girona, funcionaba un campo de recepción en Figueras y , además de la prisión provincial una cárcel de mujeres y el hospicio provincial. En Navarra y en el País Vasco, se utilizaron hoteles de municipios turísticos de la costa y la montaña.
Esta diferencia de trato también se percibe a la hora de proceder con las familias judías. Dependía del Gobernador Civil de turno que fueran dispersadas o, por el contrario que se les autorizara a continuar unidas durante su estancia en España.
Los militares de graduación aliados tenían una atención especial. Los pertenecientes al ejército de tierra eran enviados a Jaraba, mientras que los aviadores gozaban de un tratamiento exclusivo, alojados en hoteles y llevados a Alhama de Aragón, donde tenían una estancia más placida.
Entre las prisiones de partido judicial, cabe destacar la de Sort, donde fueron encarcelados cerca de tres mil evadidos procedentes de los pasos fronterizos del Pallars Sobirá y la Val d'Aran. Esta elevada cifra de capturados contrasta con los poco más de 500 detenidos en lugares donde, teóricamente, debía haber una mayor afluencia de evasiones, como son Jaca , en los Pirineos de Huesca, y la Seu d’Urgell, por la proximidad con el Principado de Andorra. Pensamos que el papel de las redes de evasión en estos dos itinerarios fronterizos, presumiblemente bastante más transitados que los elevados pasos del Pallars, tuvo mucho que ver en este número más bajo de detenciones, ya que gracias a su actuación buena parte de los que penetraron por esta zona consiguieron atravesar la Península Ibérica sin se ser descubiertos.
En cuanto al paso por España, si hubo un grupo de refugiados que se benefició de una acogida organizada, este fue el judío, especialmente gracias a la labor de la American Jewish Joint Distribution Committee (JDC).
La JDC fue creada en 1914 para socorrer a los judíos palestinos durante la Primera Guerra Mundial. Finalizada ésta, siguió asistiendo a los judíos de los países del antiguo imperio austro-húngaro, y, al estallar la Segunda Guerra Mundial ayudó a varios miles a huir de Alemania y de Austria. Desde la entrada de los alemanes en Francia en 1940 trasladó sus oficinas a Lisboa, desde donde coordinaba la huida de miles de judíos a través de España.
Hasta 1942 tuvo en España representantes oficiosos pero a partir de este año se creó en Barcelona y Madrid una representación permanente.
Samuel Levy, en Madrid, se encargaba de resolver las difíciles condiciones de los judíos en el campo de concentración de Miranda de Ebro mientras Samuel Sequerra, en Barcelona, se estableció con el cargo oficial de delegado de la Cruz Roja portuguesa para coordinar la ayuda a los judíos refugiados.
Desde el Hotel Bristol situado en Barcelona, con la ayuda de un equipo extraordinariamente organizado, se ocupaba de todas las vicisitudes que sufrían los judíos en su estancia en Cataluña y ayudaba también a los internados en los campos de concentración y en el resto del país. Cuando se enteraba de la detención de algún judío, reclamaba para él la libertad y su traslado a la Ciudad Condal para alojarlo en uno de los hostales que tenía concertados mientras se coordinaban las gestiones para su salida de España.
Por otro lado, cabe destacar también la actuación del Consulado británico de Barcelona y de sus empleados integrados en el servicio de espionaje (Intelligence Service) fue capital para llevar a cabo las labores derivadas de la actividad de las redes de evasión y del apoyo a los refugiados.